Los directores de Gran Hermano han tomado una decisión histórica: unificar a los 19 concursantes en una misma casa. Realmente son aspirantes, pues la audiencia debe elegir a 17 personas para formar el casting final. Es decir, por primera vez en los 25 años que el programa lleva en emisión, serán los espectadores los que elijan a los participantes. Hay mucha emoción, pero también miedo porque en los próximos días dos candidatos tendrán que abandonar Guadalix de la Sierra de forma definitiva.

Laura, la hija de María José Galera, se ha llevado un buen susto. Hasta la fecha pensaba que era una de las preferidas, pero la audiencia decidió expulsarla. Afortunadamente para ella le han dado una segunda oportunidad y ahora debe demostrar que está preparada para entretener al público. Ha empezado una relación especial con su compañero Manu, pero este le ha terminado rechazando. Le ha comunicado que solo quiere ser su amigo y ahora Laura se siente un poco más sola.

En la otra cara de la moneda se encuentran Violeta y Nerea. Las jóvenes empezaron el concurso siendo rivales, pero se han convertido en grandes aliadas. Tanto es así que, cuando Jorge Javier Vázquez anunció que Nerea tenía que abandonar la casa, Violeta rompió a llorar de forma desconsolada. Afortunadamente todo resultó ser una falsa alarma y todavía tienen unos días para disfrutar juntas de Gran Hermano.

Óscar, uno de los villanos de la edición

La unificación ha revolucionado la casa de GH, pero ahora queda la parte más difícil: convivir. Óscar considera que su papel es bastante complicado, pues ha tenido enfrentamientos con muchos de sus compañeros. Primero le plantó cara a Maite y más adelante se enfrentó a Elsa, a Maika e incluso a Vanesa. Se puede decir que es uno de los rostros más controvertidos de la edición, aunque lo cierto es que da mucho movimiento. En su momento le expulsaron, pero ahora vuelve a tener una oportunidad para conquistar a la audiencia. ¿Sabrá aprovecharla?