El impacto del diagnóstico de infertilidad en la salud mental
Un diagnóstico de infertilidad podría dar lugar a problemas del tipo, obsesiones, sentimiento de culpa, desesperanza, problemas de pareja o aislamiento
El deseo de ser madre y/o padre forma parte de un proyecto vital, con lo que un diagnóstico de infertilidad/esterilidad es considerado como “un estresor que causa una preocupación constante y de larga duración, a lo que la persona dará una respuesta más o menos funcional y / o adaptativa dependiendo de los estilos de personalidad y las estrategias de afrontamiento que haya desarrollado hasta ese momento”.
Los distintos estudios intentan aclarar esa relación que existe entre el diagnóstico de infertilidad y su impacto en la salud mental de quienes la padecen, explica desde Clínicas Eva María Aránzazu Yusti Atienza. Antes de que las parejas acudan a una clínica a solicitar un primer estudio de su fertilidad han podido pasar meses e incluso años, esto quiere decir que en muchos casos ya se han dado las primeras manifestaciones de malestar y/o empobrecimiento de la calidad de vida de las personas, presentando en algunas ocasiones síntomas del tipo obsesiones, ideas entorno a la culpa, sentimiento de vacío, problemas con la pareja.
Cuando los hijos no llegan de forma natural, una crisis-duelo que puede durar años
Durante este recorrido psicológico y emocional podríamos hablar de dos etapas;
Un primer proceso psicológico en donde se dan sentimientos contradictorios del tipo “esperanza-desesperanza” “ánimo-desánimo” “ilusión-desilusión” “fuerza-debilidad” que suele realizarse en silencio, ya que algunas personas no comparten su malestar, lo que puede, a su vez, producir aislamiento. Se trata, explica la psicóloga, de una “crisis-duelo” que hace que los afectados necesitan replantearse su realidad con relación a lo inesperado, esa dificultad para conseguir un embarazo. Si la persona y/o pareja, no es capaz de atender, de hacerse cargo, de esa situación” puede que con el tiempo se de algún tipo de desajuste emocional de carácter depresivo o ansiógeno”.
Un segundo proceso mental se da con la llegada de estas parejas/pacientes por primera vez a las clínicas de reproducción asistida y tiene relación, sobre todo, con la inquietud que se produce en la espera de los resultados de las distintas pruebas diagnósticas que se realizan y en las que se investiga la causa de la infertilidad. En este tiempo se dan también sentimientos positivos, esperanza y expectativas que pueden ser variables protectoras para el buen funcionamiento del organismo.
Pérdida del control de la intimidad, de la sexualidad y de la continuidad genética
Una vez iniciado el tratamiento, y tal como cuentan desde esta red de fertilidad, pueden experimentarse distintos sentimientos de pérdida: del control de la vida propia, de la privacidad sexual y hasta de la continuidad genética en los casos en los que hay que recurrir a la ovodonación o semen de donante. Muy relevante en este supuesto la sensación de fracaso por no darles a los abuelos un nieto consanguíneo. También, explica la experta, puede darse la pérdida de pertenencia a un grupo de amigos con hijos” debido al aislamiento autoimpuesto de la mujer y su pareja”.
El duelo vivido por las pérdidas puede atravesar por distintas etapas una vez que se ha iniciado el tratamiento de reproducción asistida. Una primera etapa en el que se diagnostica a la persona de infertilidad/esterilidad y que puede provocar un estado de shock, dando lugar, a la no aceptación e incluso negación del diagnóstico recibido; una segunda etapa de enfado, en la que pueden aparecer sentimientos del tipo, ira, frustración, sensación de injusticia; una tercera etapa de negociación, en que las personas. están dispuestas a hacer cualquier cosa para que este diagnóstico no sea cierto; la cuarta es la de desesperanza y aparece cuando los pacientes se han sometido a distintos tratamientos sin éxito, la quinta etapa sería la de aceptación. Este último estadio, finaliza María Aránzazu Yusti, permitiría a la persona superar el estado de desesperanza para reorganizarse, adaptándose y controlando la situación con el fin de tomar decisiones sobre la creación de un proyecto de vida en el que pueden estar presentes o no los hijos.