Así afecta el estrés crónico a nuestra salud física
La adrenalina y el cortisol en altos niveles durante un tiempo continuado pueden convertirse entonces en una de las causas de resistencia a la insulina
Sobrevivir forma parte del conjunto de instintos básicos primarios del ser humano y para ello activa mecanismos biológicos que le protegen de las amenazas del entorno. Este proceso está ya presente en los neandertales y llega hasta nuestros días. El hombre primitivo activaba su respuesta de estrés para luchar contra las bestias o la meteorología y el “homus technologicus” lo hace para sobrellevar las exigencias de la sociedad actual. Esta reacción al peligro, explican desde Clínica Mayo, se encuentra en el hipotálamo, la parte de nuestro cerebro que activa señales nerviosas y hormonales para enviar mensajes a las glándulas suprarrenales e incitarlas a ponerse a trabajar.¿Cómo? Produciendo adrenalina y cortisol, dos hormonas que movilizan la glucosa en la sangre para tener energía rápida, de modo que el cuerpo esté listo para reaccionar.
Esta respuesta natural al estrés finaliza cuando lo hace la situación de inseguridad. Sucede, aclara desde Neolife, Estefanía Álvarez, que cuando el estrés o la ansiedad son constantes, el hipotálamo no deja de mandar indicaciones, se continúa produciendo insulina, y al ser la nuestra una existencia sedentaria, ese azúcar no se transforma en energía, sino que se deposita.
El estrés crónico se convierte entonces en una de las causas de resistencia a la insulina. Cuando las células del cuerpo no responden bien a esta hormona, el páncreas produce más para compensar el desequilibrio. Este esfuerzo adicional, advierte Álvarez, no puede mantenerse indefinidamente; “eventualmente, el páncreas se agota y la glucosa comienza a acumularse en la sangre, lo que eleva el riesgo de diabetes tipo 2 y otros trastornos metabólicos”.La obesidad abdominal es otra de las consecuencias del nerviosismo constante que activa los mecanismos de defensa del cuerpo. Así lo explican diversos estudios, que ponen el foco en el inicio de un círculo vicioso poco saludable y difícil de romper.Atacar el origen del problema, el estrés, sería el primer objetivo para evitar este problema de salud global. Además, desde Neolife, nos aconsejan seguir estas pautas:
-Practicar la alimentación consciente: comer una dieta balanceada, rica en alimentos integrales, fibra, proteínas magras y grasas saludables puede estabilizar los niveles de glucosa y ayudar al organismo a liberar la respuesta al estrés.
-Por supuesto, evitar el consumo excesivo de azúcares y carbohidratos refinados es fundamental para mantener la glucosa en equilibrio.
-Realizar ejercicio físico con regularidad: el deporte es una de las herramientas que ayuda a bajar los niveles de cortisol y mejora la sensibilidad a la insulina, lo cual estabiliza los niveles de glucosa en sangre. Además, el ejercicio estimula la liberación de endorfinas, conocidas como “hormonas de la felicidad”, que mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad.
-Practicar técnicas de relajación: incorporar prácticas como la meditación, el yoga y la atención plena (mindfulness) puede ayudar a reducir los niveles de cortisol y a mejorar la regulación de la glucosa. Estas técnicas también mejoran la capacidad de la mente para manejar el estrés, permitiendo que las personas reaccionen de manera más calmada ante las dificultades.
-Dormir bien es fundamental para que el cuerpo recupere su equilibrio hormonal y se autorregule. La falta de sueño aumenta la liberación de cortisol y afecta el metabolismo de la glucosa. Dormir de 7 a 8 horas por noche permite que el cuerpo se recupere y mantenga los niveles de glucosa estables.
Estas pautas, sencillas pero fundamentales, no sólo, finaliza la experta, nos ayudarán a controlar el incremento de azúcar en sangre, sino a evitar todos los problemas derivados del estrés. Esto es, problemas digestivos, cefaleas, dolores musculares, tensión arterial alta y falta de concentración, entre otros.